El origen histórico de Santa Claus es un personaje que existió realmente, un obispo de origen griego que vivió durante los siglos III y IV: Nicolás de Bari, conocido tras su santificación como San Nicolás. Hijo de una familia acaudalada, se ganó la estima de la gente por repartir su riqueza entre los pobres y necesitados, y especialmente por su manera humilde de hacerlo: sin desear la fama, se limitaba a dejar por la noche bolsas con dinero en las ventanas de la gente a la que ayudaba.
Durante el siglo XVII se produjo una fuerte emigración holandesa hacia América. Los neerlandeses fundaron, entre otras colonias, la ciudad de Nueva Amsterdam, que tras caer en manos de los ingleses en 1664 fue renombrada como Nueva York. En 1809, el escritor estadounidense Washington Irving publicó A History of New York, una sátira sobre la historia de la ciudad en la que el personaje de San Nicolás – cuyo nombre neerlandés, Sinterklaas, adaptó como Santa Claus – aparece representado de forma burlona como un marinero holandés rechoncho vestido con abrigo, guantes y botas. Esta es la primera representación moderna de Santa Claus, aunque en esta ocasión su ropa era de color verde y no roja.
El caricaturista Thomas Nast también representó a Santa Claus en las páginas de Harper's Weekly con un traje rojo durante más de 20 años, lo que contribuyó a establecer el rojo como el color característico del personaje.
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